lunes, 13 de junio de 2016

El cortejo de las nubes

Hay un lugar entre el mar y las montañas, un antiguo lugar que es todo cielo y pájaros. En este lugar perdido hace mucho tiempo de la mano de cualquier idea que quiso ser dios, hay una tradición que sólo enseñan las abuelas a sus nietos. Y mientras, las madres niegan lentamente con la cabeza, divertidas.

Lo que enseñan las abuelas en este pequeño sitio olvidado es un viejo ritual de cortejo que estaba allí antes de que llegaran ellos con sus ovejas y sus cabañas, antes del primer mechón de pelo blanco, casi antes de que el primer muerto los atara a aquella tierra escondida.

-Vosotros sois domadores de cielos, jinetes de nubes.

Y los niños lo repetían a coro:

-Domadores de cielos.

-Jinetes de nubes.

Las abuelas asentían con el orgullo de cien reinas, sabiéndose viejas amigas de la hierba y las piedras, los arroyos y los árboles. Conocedoras de los secretos que cantan los pájaros y que esconden celosamente las abejas.

Hilanderas de magia.

-Para que una nube se muestre dócil primero hay que separarla del resto del rebaño. No es fácil apartar una nube de las otras, son cabezotas y prefieren moverse en grupo, como los lobos. A veces, si afiláis el oído, podéis escucharlas chismorrear, porque desde allí arriba lo ven todo, hasta lo que preferirían no ver. Por eso, niños, hay que cortejarlas y agasajarlas. Las nubes son coquetas y caprichosas, engalanan el cielo y saben que son portadoras de tormentas cuando están tristes o enfadadas.

Los niños asentían, absortos y embelesados, decorados sus cabellos con plumas de pájaros.

-Dejad que la nube os escoja a vosotros, lo notaréis, sentiréis su sombra persiguiéndoos, cómo os observan. Las nubes son curiosas, impresionadlas. Bailadles los ríos y regaladles las estrellas, llevadles el olor de la tierra.

-¿Y después, abuela?

Las abuelas sonreían con un secreto escondido en la comisura de los labios.

-Después, para cerrar el cortejo y que esa nube escogida sea vuestra amiga para siempre, tenéis que besaros los nudillos y acercaros a ellas, poco a poco, con pasos de duende, mientras le canturreáis promesas y juráis por el infinito cielo y por todo lo que bajo él mora, que seréis sus compañeros hasta el último latir del sol, hasta el último suspiro de la luna.

Domadores de cielos, jinetes de nubes.

-Cuando hayan descendido hasta vosotros, cuando podáis alargar la mano que porta un beso, posadla con amabilidad sobre la nube, dejad que pase a formar parte de vosotros y vosotros de ella. Y así, mis queridos niños, todo el cielo será vuestro.

Hay un lugar entre el mar y las montañas, un antiguo lugar que es todo cielo y pájaros. Un lugar escondido en el que las abuelas enseñan un viejo ritual de cortejo que empieza con un beso.

1 comentario:

  1. Tengo que decir que es un cuento que me ha dejado la piel de gallina. Me encanta la sensibilidad y el mensaje secreto que derrocha. Y me encanta cómo narras, muchas muchas felicidades, señorita.

    Un besazo,
    Desirée.
    www.desireeverlangen.com

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