El dragón dormía como un león marino obeso tendido al sol y había
tres clara evidencias que apuntaban a ello: roncaba como un camionero haciendo
la ruta que iba del estrecho de Gibraltar hasta las frías estepas rusas; para
más inri, el dragón era de esos que ocupaban todo el espacio disponible en la
cama, como si cada centímetro de lecho fuera susceptible de ser una Polonia la
mar de fácil de invadir; y, por último, sostenía entre sus garras algo que se
parecía sospechosamente a un osito de peluche.
En definitiva, el dragón dormía como un querubín, como Odín
en una de sus siestas, como una madre que sostiene el mando de la tele. El
sueño de la razón produce monstruos pero el sueño del dragón no se quedaba
corto y producía unos ronquidos que harían despertarse del susto a un Snorlax.
Y era dorado. De un dorado feroz, brillante. Relucía. Era
una enorme moneda antigua. El dragón era un cruce entre una bola de discoteca,
una burbujita de Freixenet, y Shakira.
Le dio un suave toquecito en lo que creyó que equivaldría a
su hombro. Carraspeó ligeramente y, luego, un poco más alto. Era lo que se
conocía como el protocolo de acción en estos casos aunque el último paso era
darle un beso y a eso el chico ya no se atrevía.
-Pues bueno, pasaba por aquí.
El dragón dormía. Y dormía. Y seguía durmiendo. Era
insultante, él no había dormido tan profundamente nunca, siempre había
alguien obrando en su aldea que se lo impedía. Siempre venía algún señor feudal
enfadado porque se había derogado el derecho de pernada y quemaba cuatro o
cinco techos de paja del despecho.
Lo volvió a intentar porque el fracaso no era una opción y
no gozaba de retribución económica, ni daba posibilidad de paro, ni, en un
lejano tercer puesto, daba gloria.
-Mmmmm, señor Dragón.
La criatura empezó a removerse de esa manera sensual en la
que se mueven los dragones, una mezcla entre una éxotica bailarina de danza del vientre
argelina y Albert Rivera durante un debate a cuatro.
-Señor Dragón, no quiero molestarle pero le necesito. De
verdad que le necesito.
El dragón, al fin, se decidió a abrir los ojos lentamente,
como en una puesta de sol. Unos ojos que prometían muerte, destrucción, desórdenes públicos y huelgas. Unos ojos que pedían a gritos una taza de café del tamaño
de un lago canadiense. Unos ojos del color de las estrellas, todo había que
decirlo.
-¿Quién es el insensato que osa despertarme?- atronó con voz
de gruta, de viaje al centro de la Tierra, a veinte mil leguas de viaje
submarino.
Porque, además, todos los dragones tienen algo de Gandalf.
El pequeño e ignorante campesino no se arredró y dio un
pequeño paso al lado, en honor al clásico movimiento conocido como El Carranco
Peludo del Río de Montaña, que venía a ser un cangrejo común solo que un poco
más feo.
-Me llamo… Mi nombre es Brest Cállateya Tobinson.
El dragón lo miró como si ese nombre que tan poco le había
costado ganar no le impresionara en absoluto, que se conocía al dedillo la
larga y estúpida estirpe de los Cállateyas desde Cállateya I. Desde antes de
que existiera la memoria.
-¿Y yo? ¿Cómo me llamo yo?
Ahí estaba. La pregunta. La gran pregunta. Ponle nombre a un
dragón y serás su perro lazarillo en este gran libro de Braille que es el
mundo para siempre. Será el Ortega de tu Gasset, el chocolate de tus churros, la nata de tus
fresas. El café de tus lunes.
Lo miró detenidamente y el universo en pleno contuvo el
aliento e hizo cuatro largos en la piscina olímpica de la vida. Barajó diferentes opciones, hizo listas
mentales de pros y contras, encuestas en twitter, sondeos a pie de urna.
-Te llamas Ferrero Rocher.
Sea, pues.
Me he reído un montón, no voy a negarlo (Y eso que yo lo habría llamado Willy El Dorado por lo menos) ^^
ResponderEliminarSólo tú. Sólo tú serías capaz de meter a Albert Rivera en un relato sobre dragones. O en un relato en general.
ResponderEliminarEl de las estrellas era precioso, éste es muy ingenioso xD
¡Un saludo!
Lol, pues cuando me he puesto a buscar tu relato de dragones reconozco que no me esperaba esto xD
ResponderEliminarLos dragones suelen protagonizar historias épicas, sean los héroes o los villanos, leyendas de ciudades arrasadas y tesoros escondidos... Pero precisamente por ese tópico me he reído mucho con esta historieta. Entre el propio dragón (Ferrero Rocher, O SEA), todas las referencias que has hecho (el bailecito de Rivera, muero) y otros detalles (el café de tus lunes, la dinastía de los Cállateya) como para no. Felicitaciones x)
(abrazos eléctricos.)